Desde hoy y desde siempre, la pregunta que sobrevuela a menudo las instituciones musicales españolas, cuestionando su existencia y atacando su base, es una idea recurrente que va y viene con las bonanzas o las crisis económicas. Seamos sinceros, pues no por trabajar en el sector y dirigir la Orquesta Sinfónica de Tenerife deja de ser una pregunta con sentido que necesita una respuesta. ¿Por qué hacemos música y qué le aportamos a la sociedad con ésta? Son preguntas que me planteo diariamente cuando pienso en programaciones, en como comunicamos nuestra actividad, cuando tomo cada decisión… pues dicha pregunta nos lleva a la base de cualquier proyecto que es ni más ni menos que la definición de su Misión y su Visión.

Definamos mejor estos dos términos, pues se pueden confundir fácilmente. La Misión es la utilidad concreta que uno se pone como meta, el objetivo concreto que uno quiere conseguir en la macro planificación. La Visión es el fruto de esa Misión en el largo plazo, el resultado del trabajo realizado y de la consecución de las misiones propuestas. Parece difícil, pero con un ejemplo puede que se entienda mejor. Cuando una institución se plantea ayudar a los niños de todo el mundo se plantea misiones como “erradicar la pobreza infantil”, “erradicar la malnutrición infantil”, “mejorar el acceso a la educación de todos los niños del mundo”; lo hace persiguiendo una visión: “que todos los niños y niñas del mundo nazcan iguales”. Un principio consagrado en la carta de derechos humanos.

¿Qué tiene que ver todo esto con la pregunta inicial? Todo.

Cuando me planteo estas preguntas y me imagino el por qué hoy seguimos programando sinfonías de Beethoven o conciertos de Mozart, no es solamente por el valor museístico o histórico que estas obras pueden tener (que también lo tienen), sino porque las ideas, valores y mensajes de estas obras siguen hoy tan vigentes o incluso más que cuando fueron compuestas y en el contexto actual adquieren una nueva dimensión que supera incluso la intención inicial del compositor. Precisamente eso enlaza con nuestra Misión en la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Nuestra Misión no es repetir interpretaciones musicales para el disfrute estético de un sector limitado de la sociedad. Nuestra misión es hacer sentir a la gente sensaciones de otra forma son irreproducibles, transformar su pensamiento a través de esas sensaciones y con ello ayudar a la sociedad a que se planteen temas, problemas y soluciones que de otro modo serían mucho más difíciles de plantear. Tenemos como misión ayudar a cambiar a la gente, ya que cuando entran en un concierto tienen que salir diferentes (y nunca indiferentes) ante lo que acaban de vivir. Tenemos como misión el establecer un diálogo entre música y oyente a través de los músicos. Con todo ello tenemos una repercusión en toda la sociedad. ¿Y para qué? Porque tenemos una visión concreta, de una sociedad mejor, que escucha más, que es más solidaria y más libre, que es más tolerante y donde cada individuo encuentra su lugar al igual que cada instrumento encuentra su función atendiendo a sus virtudes, capacidades y carácter. Un mundo mejor en el que “todos los hombres volverán a ser hermanos” como nos propuso Beethoven en el último movimiento de la novena sinfonía.

Por eso hacemos música y por eso la Sinfónica de Tenerife trabaja para conseguir ese diálogo con toda la sociedad, porque para cambiar el mundo hay que empezar cambiando lo más cercano: tus hijos, tu familia, tus amigos, tu pueblo, tu ciudad, tu isla, tu sociedad. Por eso seguiremos haciendo música y, juntos, cambiaremos nuestro mundo.

Por eso decimos que “tú también eres Sinfónica”. Te esperamos en los conciertos.

Miquel Àngel Parera Salvà

Director Técnico del Patronato Insular de Música del Cabildo de Tenerife

Orquesta Sinfónica de Tenerife