Trabajo trans-disciplinar inspirado en la obra homónima de William Blake, que combina danza, composición electroacústica, tecnología interactiva y ciencias cognitivas en un formato escénico.
El núcleo central de la obra original de Blake es el restablecimiento de la unión de pares opuestos aparentemente irreconciliables. Por una lado, la virtuosa claridad del pensamiento analítico tecnocientífico (la razón, el logos, metafóricamente el cielo) y, por otro, las arrolladoras fuerzas creativas de la imaginación que emergen de la energía corporal (la intuición, el mythos, metafóricamente el infierno). Ésta fue además una obra visionaria que anticipó ideas propias de la neurociencia cognitiva moderna como el concepto de embodiment, rompiendo las barreras entre cuerpo y psique, imaginación artística y pensamiento racional, metáfora y concepto.
En esta visión escénica de la obra, la unión de estas polaridades en principio antagónicas se encarnan a través de la relación y el acoplamiento entre cuerpo y tecnología interactiva. Esta tecnología expande la presencia y la energía corporal de los bailarines a otras modalidades sensoriales como la acústica o la imaginería visual, estableciendo un puente entre el pensamiento abstracto tecnocientífico ( que piensa, explica y analiza) y la experiencia concreta del cuerpo (que imagina, narra y siente).
Esta tensión entre el conocimiento interior, como fenómeno emergente de lo corporal puesto de manifiesto por las corrientes espirituales de todos los tiempos, y el conocimiento objetivo del mundo exterior inducido por la metodología científica, es lo que define uno de los conflictos aún no resueltos de la modernidad, que todavía no ha sabido convertir los opuestos en complementarios.