CPE Bach, Beethoven y Prokófiev

Auditorio de Tenerife ofrece, dentro de su Ciclo de Cámara, el concierto CPE Bach, Beethoven y Prokófiev a cargo de la pianista rusa Anna Tsybuleva.

Considerado como el padre de la sonata clásica, la composición de obras para teclado de Carl Philipp Emanuel Bach cubre prácticamente toda su carrera musical. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la profunda mutación sonora y técnica causada por el paso del clavecín al pianoforte, pasando por el clavicordio (el instrumento favorito de Carl Philipp Emanuel) pedía a gritos una transformación en la escritura para teclado, que fue llevada a cabo por el quinto de los hijos de Bach, pionero en esta revolución paralela a la propia evolución de estos instrumentos. La extremada sensibilidad de los mecanismos del clavicordio y del pianoforte, pese a sus limitaciones acústicas, abrían un nuevo universo de recursos dinámicos y de expresión. Carl Philipp Emanuel, aunque nunca abandonó la tradición de su padre, fue capaz de encontrar su propio camino compositivo. Sus sonatas prusianas corresponden a su primer ciclo de este género. Creadas en Berlín, en ellas se mezclan la tradición y las nuevas fórmulas y, aunque conservan aún influencias de la música instrumental italiana, se construyen sobre un patrón de tres movimientos.

La siguiente gran revolución del pianoforte y del piano, ya como el inicio del instrumento que conocemos hoy en día, fue posible gracias al paso de gigante que Ludwig van Beethoven dio en su escritura para teclado. Todo lo que recibió de Haydn, Mozart, Carl Philipp Emanuel Bach o Muzio Clementi lo llevó un paso más allá suponiendo una auténtica revolución. Definido por el propio Igor Stranviski, “ese innegable soberano del piano”, sus obras continuaron evolucionando a lo largo de la historia de la música, a medida que se fueron perfeccionando los mecanismos del propio instrumento. Sus treinta y dos sonatas trazan, en la vida del compositor, una inmensa y continua trayectoria. Entre ellas, su octava sonata, denominada comúnmente Pathetique (un nombre que no fue otorgado por el compositor), es la obra que marca la cumbre de su producción pianística hasta 1800. Poco después, en 1809, creaba su Fantasía en sol menor op. 77, aunque se publicó diez años más tarde. Su carácter es el de una genial improvisación, una obra libre en cuanto a forma y contenido que incluye un tema con variaciones.

Dos obras muy diferentes entre sí del compositor Serguéi Prokófiev, ocupan la segunda parte de este recital. Uno de los grandes revolucionarios del piano, Prokófiev aportó un nuevo lenguaje estético de gran riqueza armónica y rítmica. Las diez piezas para piano, escritas entre 1906 y 1913 revelan el gusto del compositor por otorgarle al ritmo un protagonismo especial, además de sus referencias a las danzas preclásicas. Su cuarta sonata, escrita en 1917 “según cuadernos antiguos” cierra su primer periodo pianístico prerrevolucionario. A diferencia de la tercera Sonata, de carácter emocionante y efusivo, esta obra es decididamente más contenida e introspectiva. Su austeridad recuerda más a Schumann y Brahms que al pianismo pirotécnico de Liszt o Rachmaninoff. Tal y como señaló el pianista Sviatoslav Richter, esta sonata posee un "carácter íntimamente camerístico, ocultando riquezas que no son inmediatamente evidentes a los ojos". Es por esto que la obra representa uno de los ejemplos más significativos del estilo lírico, sencillo y sincero del compositor.