De Umbrarum
Auditorio de Tenerife ofrece, dentro de su Ciclo de Cámara, el concierto De Umbrarum (Desde las sombras), interpretado por El Afecto Ilustrado, el contratenor Hugo Bolívar (sustituye a Carlos Mena, baja por efermedad) y la soprano Jone Martínez.
Del latín Desde las sombras, De Umbrarum está conformado por dos obras íntimamente relacionadas entre sí. Ambas abordan musicalmente el dolor asociado a la Virgen María ante la Pasión y Muerte de su Hijo, siguiendo la pauta de la famosísima secuencia medieval del Stabat Mater Dolorosa. Pero es que, además, los dos trabajos se suceden inmediatamente en una línea temporal, siendo comisionados por un mismo organismo, la Confraternità dei Cavalieri di San Luigi di Palazzo. Este hecho histórico convierte al programa de esta noche en una especial confrontación de ambas obras a modo de retablo; en una bellísima oportunidad de abordar dos meditaciones espirituales sobre un mismo tema, destinadas a un mismo fin, y con mecanismos retóricos similares, pero no iguales. Dos personalidades distintas creando un discurso musical sobre uno de los pasajes marianos que más actividad artística ha suscitado a lo largo del tiempo.
Alessandro Scarlatti (1660-1725)
Stabat Mater
Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736)
Stabat Mater
El género del Stabat Mater dio pie al inflamado imaginario artístico del período barroco, no solamente en la música, sino en casi todas las disciplinas artísticas. La secuencia del siglo XIII ofrece la siguiente visión:
Stabat Mater dolorosa Iuxta crucem lacrimosa, Dum pendebat filius. Cuius animam gementem Contristatam et dolentem Pertransivit gladius. O quam tristis et afflicta Fuit illa benedicta Mater unigeniti Quae maerebat et dolebat. Et tremebat, cum videbat Nati poenas incliti. Quis est homo qui non fleret, Matrem Christi si videret In tanto supplicio? Quis non posset contristari, Piam matrem contemplari Dolentem cum filio? Pro peccatis suae gentis Jesum vidit in tormentis Et flagellis subditum. Vidit suum dulcem natum Morientem desolatum Dum emisit spiritum. Eja mater fons amoris, Me sentire vim doloris Fac ut tecum lugeam. Fac ut ardeat cor meum In amando Christum Deum, Ut sibi complaceam. Sancta mater, istud agas, Crucifixi fige plagas Cordi meo valide. Tui nati vulnerati Tam dignati pro me pati, Poenas mecum divide! Fac me vere tecum flere, Crucifixo condolere, Donec ego vixero. Juxta crucem tecum stare Te libenter sociare In planctu desidero. Virgo virginum praeclara, Mihi jam non sis amara, Fac me tecum plangere. Fac ut portem Christi mortem, Passionis eius sortem Et plagas recolere. Fac me plagis vulnerari, Cruce hac inebriari Ob amorem filii, Inflammatus et accensus, Per te virgo sim defensus In die judicii. Fac me cruce custodiri, Morte Christi praemuniri, Confoveri gratia. Quando corpus morietur Fac ut animae donetur Paradisi gloria. Amen. |
De pie la Madre dolorosa junto a la Cruz, llorosa, mientras pendía el Hijo. Cuya ánima gimiente, contristada y doliente atravesó la espada. ¡Oh cuán triste y afligida estuvo aquella bendita Madre del Unigénito!. Languidecía y se dolía la piadosa Madre que veía las penas de su excelso Hijo. ¿Qué hombre no lloraría si a la Madre de Cristo viera en tanto suplicio? ¿Quién no se entristecería a la Madre contemplando con su doliente Hijo? Por los pecados de su gente vio a Jesús en los tormentos y doblegado por los azotes. Vio a su dulce Hijo muriendo desolado al entregar su espíritu. Oh, Madre, fuente de amor, hazme sentir tu dolor, contigo quiero llorar. Haz que mi corazón arda en el amor de mi Dios y en cumplir su voluntad. Santa Madre, yo te ruego que me traspases las llagas del Crucificado en el corazón. De tu Hijo malherido que por mí tanto sufrió reparte conmigo las penas. Déjame llorar contigo condolerme por tu Hijo mientras yo esté vivo. Junto a la Cruz contigo estar y contigo asociarme en el llanto es mi deseo. Virgen de Vírgenes preclara no te amargues ya conmigo, déjame llorar contigo. Haz que llore la muerte de Cristo, hazme socio de su pasión, haz que me quede con sus llagas. Haz que me hieran sus llagas, haz que con la Cruz me embriague, y con la Sangre de tu Hijo. Para que no me queme en las llamas, defiéndeme tú, Virgen santa, en el día del juicio. Cuando, Cristo, haya de irme, concédeme que tu Madre me guíe a la palma de la victoria. Cuando el cuerpo sea muerto, haz que al ánima sea dada del Paraíso la gloria. Amén. |
A partir de este texto, los autores del Barroco comenzaron a llevar la palabra a la música por medio de un sinfín de recursos retóricos, que si bien son comunes y parecidos, son utilizados de maneras distintas en ambos Stabat Mater.
Alessandro Scarlatti (1660-1725) compuso su célebre obra en 1724, un año antes de morir, estando destinada a las celebraciones del Viernes de Dolores en Nápoles. El autor siciliano, que al final de su vida cuenta con un bagaje compositivo importantísimo, y siendo un consagrado maestro del plano operístico, desarrolla a lo largo de 18 movimientos un discurso retórico impecable, repleto de giros que ilustran a la perfección cada una de las secciones de la secuencia latina. Musicalmente encaramos una pieza ideada para dos voces, dos violines y bajo continuo, de líneas sencillas, pero de una enorme fuerza expresiva.
Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736) compuso unos meses antes de morir su afamado Stabat Mater, como encargo de la misma confraternidad napolitana para sustituir al de Scarlatti por considerarlo demasiado desfasado para los oficios dedicados a la Virgen de los Dolores. La obra se hizo enseguida tan famosa que un gran número de autores como Johann Sebastian Bach realizaron adaptaciones o hicieron uso de sus temas como partes o bases para nuevas composiciones. Personalidades como Jean Jacques Rousseau le dedican encendidos elogios a su célebre inicio, y pronto se convierte en un gran éxito musical del momento, pese a la corta vida de su autor. El Stabat Mater de Pergolesi alcanza, añadiendo una parte de viola al conjunto presentado de Scarlatti, una expresividad y un dramatismo exquisitos, que suponen un auténtico paradigma del mecanismo retórico de la época. Articulado en torno a tan sólo 12 movimientos, el grado de lirismo es realmente espectacular.
De Umbrarum supone una ocasión genuina para apreciar las similitudes y las diferencias entre ambos trabajos, ciertamente exponentes de la calidad compositiva en el Reino de Nápoles durante la primera mitad del siglo XVIII. El Afecto Ilustrado presenta, junto a las magníficas voces de Jone Martínez y Carlos Mena, este programa que pretende ser un caleidoscopio de ideas, una conjunción de afectos para imaginar a la madre doliente.
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