Mis desiertos: John Dowland

 Auditorio de Tenerife ofrece, dentro de su Ciclo de Cámara, un concierto del consort La Chimera y el tenor Zachary Wilder.

Mis desiertos

Nadie puede permanecer insensible al escuchar las Lachrimæ de John Dowland (1563-1626).
Hipnóticas y a la vez punzantes, despiadadas y al mismo tiempo redentoras: con un placer de clasificación de carácter casi taxonómico, Dowland nos guía a través de una galería sobre las distintas naturalezas del llanto en la que, en lugar de cuadros, encontramos espejos, retratos exactos de nuestro propio sentimiento individual y único.
Se han formulado muchas teorías sobre esta enigmática colección, entre ellas una de las más interesantes
sugiere que sería una cripto-liturgia de Jueves Santo destinada a ganarse el favor de la reina Ana de Dinamarca; otras ven en las Lachrimæ más bien un reflejo de las teorías sobre la melancolía, muy en boga en la época.
Sea cual sea el propósito de esta colección, cada oyente encontrará en ella la posibilidad de realizar un denso viaje introspectivo, guiado -pero sutilmente, sin constricciones- por títulos extremadamente evocadores, a los que es posible dar un sentido autobiográfico: lágrimas antiguas, lágrimas forzadas, lágrimas de amante...
En la constante oscilación entre lo profano y lo sagrado, entre nihilismo y redención, aparecen a veces luces deslumbrantes, como paisajes apenas revelados por un relámpago en plena tormenta: momentos de sublime alegría, de euforia casi, donde las lágrimas -como se anuncia en el prefacio- surgirán de la felicidad.
Para nuestra lectura, nos inspiramos en el epigrama de la portada de la obra: "Aut Furit, aut Lachrimat, quem non Fortuna beavit" ("O se enfurece, o llora, quien no es bendecido por el Destino").
Así pues, hemos concebido una historia retrospectiva puntuada por danzas y canciones: es la historia de un hombre en su lecho de muerte y de las cuentas que hace con su Destino.

Margherita Pupulin